Esta víctima de mina antipersona no dejó de luchar por su felicidad. Por Karina Judex y Vera Leuner
Una fecha que se convertiría en inolvidable, por el valioso significado familiar del bautizo, dejó un sabor agridulce en la familia Ceballos Valencia, que un 23 de marzo de 2005 se unió a las miles de víctimas en Colombia.
Ese miércoles santo, Nancy, la protagonista de esta historia, caminaba con cierto afán por el campo desde la vereda San José La Iraca hasta el municipio de San Luis, en Antioquia, donde se llevaría a cabo el sacramento de su pequeña hija, de apenas 49 días de nacida. Sin embargo, los planes de fiesta y jolgorio se opacaron por un suceso inesperado: una mina antipersona.
Desde ese día su vida cambió, nuevos retos se sumaron y el cumplimiento de sus sueños parecía alejarse. Ella se convirtió, a sus 21 años, en una de las 2.117 víctimas que ha dejado la explosión de minas en el departamento antioqueño.
En el mundo solo un país supera a Colombia en la cantidad de víctimas de minas antipersona que deja la violencia: Afganistán. El desminado de los territorios afectados en el país es uno de los puntos del acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc.
Esta forma de lucha usada en Colombia por los grupos armados al margen de la ley contra los miembros de la Fuerza Pública, ha dejado en los últimos 25 años más de 11.000 personas muertas o discapacitadas, según la Dirección Nacional de Acción Contra Minas.
Para el Gobierno Nacional el desminado del país es un reto que se ejecutará en por lo menos 10 años, pues el 61 por ciento de los municipios colombianos tiene minas sembradas.
En medio del conflicto armado colombiano, la siembra de minas antipersona se convirtió en un problema incontrolable, pues aún se desconoce la cantidad exacta y la ubicación de la mayoría de los campos minados, algunos indetectables para las autoridades por contener explosivos de elaboración casera.
Lo más peligroso de esta arma no convencional es que golpea no solo a militares, sino también a civiles que no hacen parte del conflicto armado. Estas víctimas conforman el 40% del total de los afectados, y quedaron en condición de discapacidad luego de la explosión de un artefacto.
Entre 1990 y 2015 se presentaron 2.661 muertes por la explosión de una mina. La región más afectada del país es el departamento de Antioquia, en el noroeste de Colombia. Allí, en 25 años murieron 405 personas y 2.117 resultaron heridas a causa de las minas. Justo por esta situación tan dolorosa, la comunidad del municipio de San Carlos, Antioquia y el Gobierno Nacional, con el apoyo de expertos, se pusieron de acuerdo para desminar el territorio y lo lograron anunciándoselo al país en 2015. Sin embargo, lo que hace falta para detectar las minas en todo el país sigue siendo mucho.
Entre los años 2004 y 2007 se presentó el mayor número de víctimas de mina antipersonal. Durante este periodo, la colombiana Nancy Ceballos resultó afectada cuando se dirigía al bautizo de, en ese entonces, su única hija. La mujer, quien vive en el municipio de San Luis, Antioquia, perdió una pierna.
Cuando ocurrieron los hechos, Nancy, que hoy tiene 32 años, está casada, es madre de 3 hijos y espera el cuarto. Ella, víctima indirecta del conflicto armado de 52 años al que intentan ponerle fin el Gobierno y las Farc, es una mujer valiente que hoy le dice a las demás víctimas que no renuncien a rehacer sus vidas y en especial le habla a aquellas lesionadas por estas armas no convencionales para que no renuncien a su belleza y al derecho de ser felices.